“A algunas personas no les gusta el cambio, pero necesitas afrontarlo,
especialmente si la alternativa es un desastre.”
– Elon Musk
¿Qué supone la transición hacia las energías renovables? Responder a esta pregunta implica un viaje en el tiempo, hacer un breve repaso histórico sobre el uso de este recurso. En general, los historiadores distinguen tres etapas principales de la historia energética. La primera inició con la aparición de las primeras tribus nómadas, cuando los humanos obtenían energía principalmente de la comida, la leña de los bosques y el forraje de los animales. El cambio radical que significó el descubrimiento del petróleo como fuente de energía, marcó el final de la primera fase y el comienzo de la segunda, caracterizada por el uso de combustibles fósiles. Desde la Revolución Industrial hasta nuestros días, hemos utilizado el carbón, el petróleo y el gas como nuestras principales fuentes de energía, a las cuales se les une el uranio, recurso mineral también limitado. La tercera fase –dominada aún por el petróleo– apenas comienza, y consiste en la transición hacia energías renovables, como un modelo energético diversificado y limpio.
El modelo de combustibles fósiles se corresponde con la forma en la que la sociedad ha extraído, generado y utilizado la energía durante los dos últimos siglos. Se trata de un negocio a escala internacional, difícil de derrocar, por los intereses económicos y políticos que en él están imbricados. El petróleo es fuente de energía, pero, sobre todo, es fuente de dinero. Es un negocio político, en el que se involucran gobiernos y organismos trasnacionales, que lucran con este comercio, al punto de provocar guerras e injusticia social. Sustituir el petróleo por las energías renovables tiene importantes repercusiones tecnológicas y económicas. El cambio ha encontrado una fuerte resistencia, principalmente en las grandes empresas mineras y petroleras del mundo. A pesar de los esfuerzos de muchos activistas, actualmente, los combustibles fósiles siguen proporcionando casi el 80% de los combustibles que utilizamos a diario. Pero el modelo fósil es finito, y necesitamos afrontar el desafío que supone transitar hacia nuevas alternativas energéticas.
En contraste con este modelo, las energías renovables comprenden dos tipos. Por un lado, están las fuentes vegetales, que son renovables mediante una adecuada gestión agrícola y forestal. Por otro lado, están las no-orgánicas (agua, viento, Sol o calor procedente del interior de la tierra), que, además de ser renovables, son fuentes prácticamente ilimitadas de energía. Los combustibles fósiles son recursos que se encuentran localizados en ciertos puntos geográficos sobre los que se establecen derechos de propiedad, abriendo la posibilidad de compra-venta en el mercado internacional. Por el contrario, las fuentes de energía renovable suponen un flujo ilimitado y geográficamente universal. No se puede reclamar derecho de propiedad ni exclusividad sobre recursos como el sol o el viento. Lo cual impide que sean considerados mercancía para vender y comprar. Sin duda, esto es lo que provoca tanta resistencia en las grandes corporaciones petroleras, pues la transición energética cuestiona los modelos de negocio establecidos alrededor de los combustibles fósiles. Sin embargo, como dijo Piyush Goyal, político de la India que motiva la transición hacia energías limpias, “la energía renovable no es más cara que los combustibles fósiles cuando el factor del ciclo de la vida está de por medio”.
El análisis previo pone de manifiesto que el cambio hacia las energías renovables no es sólo una cuestión de preferencia sobre un modelo económico u otro. Se trata de una cuestión ética, que se nos plantea como la clásica confrontación entre el poder y el bien común. Esta vez con el apremiante factor de un desastre climático de por medio. Las grandes corporaciones tienen el deber moral de modificar sus modelos energéticos, pues el bien común –en este caso, el bienestar de los pueblos en un mundo amenazado por el cambio climático– es siempre un asunto de justicia social. En palabras de Val Plumwood:
“La aparición de la crisis ecológica en los múltiples frentes de la energía, el cambio climático y la degradación de nuestros ecosistemas, sugiere que necesitamos mucho más que el estrecho enfoque de las alternativas energéticas. Necesitamos un replanteamiento profundo y abierto, que tenga el coraje de cuestionar nuestras narrativas culturales más básicas.”
– Val Plumwood
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1Val Plumwood, “Naturaleza en la voz activa”, Ecological Humanities 46 (mayo 2009).